horrible lo que tenia dentro de su ojo lo que le hizo fue aterrador
Abby Beckley estaba pescando salmones en Alaska cuando notó que tenía algo en el ojo izquierdo. «Noté algo, como cuando te molesta una pestaña», explica. Pero por más que lo intentó, la mujer de 26 años no fue capaz de encontrar ningún pelo —ni otra cosa— en el ojo. La sensación desaparecía y, cinco días después, Becky se sentía frustrada. «Así que una mañana, me desperté y me dije: "Voy a sacar lo que sea que tenga en el ojo aunque sea lo último que haga"», afirma Beckley. Hizo acopio de valor, se echó el párpado hacia atrás, pellizcó la piel inflamada que había debajo y dio un tirón.
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Cuando miró hacia abajo «tenía un gusano en el dedo», dice.
Beckley es la primera persona en el mundo que ha sufrido la infección de una especie en particular de gusano de ojo. El gusano parásito, llamado Thelazia gulosa, ha aparecido en los ojos de las vacas —una parada en boxes normal en su ciclo vital—, pero nunca en humanos.
Es más, el suyo es el undécimo caso humano de gusanos de ojo Thelazia de cualquier especie en el registro histórico de Estados Unidos. El último caso conocido, según informan los investigadores en el American Journal of Trocal Medicine and Hygiene, tuvo lugar hace más de 20 años.
«¡Apareced!»
Beckley no sabía qué estaba mirando cuando vio el gusano en su dedo el verano de 2016. La pequeña criatura, casi transparente, se retorció unos segundos y, a continuación, murió. Había visto gusanos de aspecto similar en los salmones, así que Becky se preguntó si se lo habría metido por accidente en el ojo. Pero después aparecieron más gusanos y quedó claro que era un problema más grande.
«Me los estaba sacando, sabía que había muchos», explica.
Beckley se había sacado cinco gusanos más del ojo para cuando llegó al médico en Ketchikan, Alaska. Los médicos estaban «completamente alucinados», afirma Beckley, pero no sabían qué eran los gusanos ni si eran peligrosos.
Preocupada por la proximidad del bicho a su cerebro, Beckley decidió volver a Portland, donde el padre de su novio, un médico, preparó al personal médico de la Oregon Health & Science University para su llegada.
En el hospital, «básicamente desplegaron la alfombra roja», afirma Beckley. Los médicos y los residentes se reunieron a su alrededor con la esperanza de ver los raros gusanos de ojo. Al principio parecían un tanto escépticos, según ella, y sugirieron que lo que a ella le parecía un gusano quizá fuera simplemente mucosidad.
Pero Beckley siguió insistiendo en que tenía gusanos en el ojo: «Yo no hacía más que pensar: "¡Apareced! ¡Tenéis que aparecer!"», cuenta. Durante la media hora siguiente, permaneció sentada con el personal del hospital observando su ojo, esperando a que apareciera un gusano.
«Nunca olvidaré el momento en el que el médico y el residente lo vieron meneándose en mi ojo», afirma Beckley. «Se asustaron y saltaron hacia atrás, y uno de ellos dijo: "¡Oh, Dios mío, lo he visto! ¡Acabo de verlo"».
En cuanto a Beckley, «lo llevó con una elegancia y una calma impresionantes, es muy fuerte», afirma Erin Bonura, la especialista en enfermedades infecciosas que la trató en la OHSU.
El gusano misterioso
Los oftalmólogos consiguieron extraer uno de los gusanos del ojo de Becky, aunque se partió por la mitad, y enviaron los fragmentos a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Ese gusano y otros que le quitaron del ojo llegaron hasta Richard Bradbury, director del Laboratorio de Diagnostico Parasitologico del CDC, el principal recurso de Estados Unidos para identificar parásitos raros. Solo el año pasado analizaron casi 6.700 muestras misteriosas.
«Cuando nadie sabe lo que es, acaba en nuestro laboratorio», afirma Bradbury.
«Todos estos parásitos son raros, pero este es extremadamente raro», dice sobre el gusano de ojo de Beckley. Tuvo que desenterrar un trabajo de investigación alemán de 1928 para finalmente identificar la especie como Thelazia gulosa, convirtiéndola en la tercera especie de Thelazia en aparecer en un ojo humano, junto a una especie de Asia y otra en California.
Los gusanos son transportados por moscas de la cara, que se alimentan de las lágrimas de vacas, caballos y perros; puedes verlas zumbando alrededor de los ojos de los animales constantemente. Si puedes ver más allá de lo horribles que son los gusanos de ojo y las moscas de la cara, son un ejemplo fascinante de supervivencia parasitaria.
Para empezar, Bonura dice que los gusanos de ojo no pueden sobrevivir sin las moscas de la cara. Las larvas de gusano solo pueden madurar dentro de los órganos y el tracto digestivo de una mosca de la cara, y a partir de ahí llegan a las piezas bucales de la mosca. Cuando la mosca aterriza sobre un globo ocular y empieza a beberse las lágrimas, las larvas de gusano en su etapa final salen del probóscide de la mosca y se introducen en el ojo. Allí finalizan su transformación hasta llegar a la fase adulta y producen más larvas que o bien son recogidas por otra mosca de la cara o bien mueren.
En los ojos de Beckley «no tenían forma de seguir su ciclo vital, así que todos murieron», afirma Bonura. Todavía es un misterio cómo llegaron los gusanos al ojo de Beckley, pero Bonura sospecha que podría haber ocurrido mientras atravesaba pastos de ganado.
¿Podría pasarte a ti?
Una buena noticia: los gusanos no excavan en el globo ocular, sino que se instalan en el tejido blando bajo los párpados y en torno a la cuenca del ojo. Pero una vez están en el globo ocular, no hay opciones de tratamiento. A veces se usan medicamentos antiparasitarios para matarlos, pero pueden agravar la inflamación.
En el caso de Beckley, el mejor tratamiento consistía en sacarlos uno por uno del ojo. En el transcurso de 20 días, Beckley se sacó 14 gusanos del ojo. Los médicos involucrados en el caso coinciden en que estos gusanos de ojo no suponen una crisis de salud pública inminente.
«Que no cunda el pánico, nos van a aparecer gusanos en los ojos», afirma Bonura. No solo es muy inusual que una persona tenga una mosca de la cara en el ojo, sino que es aún más raro que la mosca se quede el tiempo suficiente como para depositar larvas de gusano. Bonura añade que la mejor forma de prevenirlo es espantar a las moscas. Y si alguna se te mete en el ojo, quítatela enseguida.
«Siempre y cuando hagas lo que harías normalmente, no te pasará nada», afirma.
Los gusanos de Beckley no provocaron ningún daño duradero y ella dice que ve perfectamente. Un año y medio después, hasta le costaba recordar en qué ojo había tenido los gusanos.
En caso de que te lo estés preguntando, no se guardó ninguno: «No quería pasar más tiempo del necesario con esas cosas».
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